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Definición de Descripción

La descripción remite a la definición de un objeto (cosa, persona, lugar, concepto, etc.) mediante frases adjetivas u otras que funcionen como tal. En el ámbito literario la descripción se opone a la narración, puesto que la primera utiliza mayormente sustantivos y adjetivos para su composición, mientras que la segunda echa mano principalmente de verbos para dar cuenta de uno o más acontecimientos.

La poesía es considerada como el género literario basado en la descripción; la contemplación de un paisaje, una persona e incluso un sentimiento requieren de la representación de estos mismos para que el lector pueda ser motivado a un sentimiento.

La narrativa, por otro lado, también puede echar mano de la descripción. Cualquier acontecimiento que deba ser narrado necesita estar situado en un tiempo y un espacio desconocidos para el lector, por lo que el texto deberá detallar la escena; por ejemplo: una sala antigua dentro de una casona de la época de la revolución durante una tarde de verano en la ciudad de México. Como puede observarse, en la escena anterior no se incluye ningún verbo, sino que la mayoría son sustantivos y adjetivos: sala, antigua, casona, época, revolución, tarde, verano, ciudad y México. Este tipo de palabras son la base de la descripción.

Sin embargo, hay autores que juegan con esto y logran una descripción incluso con verbos. Por ejemplo: Mariana no salía de su casa, durante el día regaba las plantas, hacía la comida en anafre, cuidaba a sus gatos, lavaba la poca ropa que ensuciaba, cosía prendas que nunca usaba y regresaba al patio para sentarse toda la tarde. En este fragmento, podemos notar el uso de varios verbos que dan cuenta de las acciones de Mariana, sin embargo, aunque se trata de acciones, estas sirven para describir lo que hace Mariana y, por lo tanto, su personalidad.

Descripción y comunicación

La descripción juega un papel fundamental en la comunicación. Como seres humanos necesitamos comunicarnos principalmente para pedir cosas. Pensemos, por ejemplo, en un bebé; su forma de comunicación inicial es mediante el llanto y a través de él puede pedir comida, ser arrullado o ser limpiado. Nosotros, por otro lado, podemos pedir que se nos de un objeto y aquí es donde entra la descripción, si nosotros no supiéramos decir qué clase de objeto es, estaríamos perdidos, por lo que es necesario que sepamos usar la descripción como base de nuestra comunicación.

Si ponemos este ejemplo dentro del circuito del habla, donde tenemos a quien habla (emisor) y quien escucha (receptor) diríamos entonces que aquella cosa de la que estamos hablando es nuestro referente. En este sentido, el referente puede ser prácticamente cualquier cosa, desde una libreta de color azul que está sobre el escritorio de papá hasta una idea de cómo se desea decorar una habitación. La descripción también es útil en otro tipo de ámbitos como, por ejemplo, en una denuncia legal donde nuestro referente puede ser una persona, y para ello tendríamos que hablar de sus rasgos físicos; o un acontecimiento, como el robo de una casa, y entonces tendríamos que detallar qué pasó, cómo, dónde, cuándo y quiénes estuvieron involucrados.

Clases de descripción

Existen también otro tipo de descripciones donde el referente no es un objeto y, por lo tanto, la tarea resulta un poco más difícil de realizar. Algunos ejemplos serían:

Topográficas o de lugar: puede ser un lugar ficticio como en el caso de una obra literaria, una escena del crimen, una persona dando indicaciones, una página de internet promocionando un sitio turístico, etc.

Cronográficas o de tiempo: se dan detalles acerca de una época o un momento, puede tratarse de una época histórica, una tarde de verano, un año en específico, incluso se puede hacer referencia al clima (aunque en esta última también se puede jugar con la descripción del lugar).

Estas dos clases de descripciones van de la mano y en varias ocasiones se utilizan juntas como parte del mismo fragmento de un discurso. También es posible que el referente sea una persona y para ello existen esencialmente dos formas de hablar de sus características, aunque también es posible usarlas en un mismo texto o discurso:

Física: esta es la más conocida por la mayoría de las personas e incluye aspectos como tipo de piel, cabello, ojos, estatura, complexión, cicatrices, tatuajes, lunares, incluso olores y otro más. Este tipo de descripciones también se utilizan en boletines para localizar a personas buscadas o desaparecidas.

Moral: en la literatura se le conoce como etopeya y tiene que ver con los aspectos no físicos de la persona, por ejemplo, amable, impuntual, alegre, organizado, limpio, infiel, etc.

Descripción objetiva y subjetiva

Sobre lo abordado hasta ahora, se aprecia que, según el punto de vista que tome el autor a la hora de realizar la descripción, será posible distinguir entre formas subjetivas y objetivas.

En el caso de estas últimas el objeto de la descripción se refleja tal y como es en la realidad. No se manifiesta ningún tipo de sentimiento o emoción a la hora de describir, ni hay lugar para las reflexiones personales. Es por ello que una de sus notas más características en la gran proliferación de adjetivos para intentar reflejar la realidad lo más fielmente posible. Por ejemplo: “La policía ha pasado una descripción detallada del principal sospechoso: se trata de un varón blanco de 35 años, pelo rubio, ojos azules y metro noventa de altura. Tiene una cicatriz en su mejilla izquierda y un gran tatuaje en su brazo derecho”.

Dentro de este grupo destacan las descripciones técnicas, en las que se pretenden dar a conocer las características de un objeto, sus elementos, funcionamiento, composición y utilidad. En ellas hay un predominio claro de la función referencial.

Mientras que por otro lado, en la descripción subjetiva, el autor sí da rienda suelta a sus sentimientos y emociones, dando pie a la inclusión de diversos recursos del lenguaje como metáforas, hipérboles, comparaciones,…

El medio en el que más proliferan este tipo de descripciones es en la literatura. Aquí las descripciones no tienen por qué ser veraces, sino que simplemente han de ser verosímiles. En muchos casos tienen una función meramente estética, como por ejemplo, la realizada por Juan Ramón Jiménez en su obra “Platero y yo”, en la que describía a Platero (un burro) como una bola de algodón sin huesos que tuviera dos espejos de azabache por ojos.


Autor

Escrito por Marcelo Jesús Salazar Martínez para la Edición #115 de Enciclopedia Asigna, en 08/2022. Marcelo es licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica, actualmente estudia la maestría en Literatura Hispanoamericana con PNCP en la BUAP y se especializa en narrativa fantástica hispanoamericana de los siglos XIX, XX y XXI.